El pasado mes de octubre varias socias de Fiare Banca Etica, JxFiare y GenEtica, tuvimos la oportunidad de viajar a Ecuador y, gracias a CRESUD, conocer de primera mano diferentes proyectos de desarrollo económico social, financiados por Banco Codesarrollo, partner en el país.
Banco Codesarrollo es un banco al servicio de la economía popular y solidaria, que pretende con su actividad no solo proporcionar servicios financieros de calidad, sino crear condiciones de vida más humanas a través de ellos, contribuyendo a la disminución de la pobreza, el fomento del desarrollo local sostenible, así como la inclusión financiera y el fortalecimiento de las Finanzas Populares y la Economía Social y Solidaria.
El viaje comenzó el 19 de octubre, en Madrid donde nos reunimos con los participantes italianos. Durante los primeros días y, tras una cálida bienvenida por parte de nuestros anfitriones y el que sería nuestro guía durante todo el viaje: Giuseppe Tonello, visitamos la capital, Quito. Sus calles abarrotadas y llenas de color nos recibieron y fueron nuestra primera toma de contacto con el país, su cultura y gastronomía local. Tras la visita a Quito, partimos hacia la Mitad del mundo, complejo turístico y cultural en el que pudimos ver una muestra de uno de los bailes tradicionales del país: La diablada de Píllaro. Además, pudimos disfrutar de productos típicos y artesanales a través de una cata de cerveza artesanal y otra cata de chocolate que nos permitieron conocer sus respectivos procesos de producción y elaboración. Fue una experiencia deliciosa de la que todos disfrutamos y aprendimos muchísimo.
Los siguientes días partimos para conocer realidades financiadas por el banco en distintas zonas del país. Comenzamos conociendo la sede central de Banco Codesarrollo en Quito, donde nos presentaron la entidad y sus prospectivas de trabajo. Continuamos nuestro viaje hacia Amaguaña, Salcedo y Ambato, donde conocimos los primeros proyectos financiados por el banco: la cooperativa “integración indígena” y un centro de desarrollo infantil que acogía a niños y niñas con diversidad funcional y discapacidad intelectual.
Entre visita y visita pudimos observar los paisajes naturales del país, desde las llanuras montañosas, a los valles plagados de vegetación. Incluso tuvimos la oportunidad de subir a 4800 m de altura al Chimborazo, volcán dormido de la provincia a la que da nombre. Tras el senderismo, nos dirigimos a Yurakusksha, una pequeña aldea indígena en la que visitamos el proyecto del asilo infantil, que ha permitido escolarizar, hasta los 5 años, a niños de hasta diez aldeas vecinas. Posteriormente, visitamos el pueblo de Salinas, también conocido como el “pueblo de la economía solidaria”, ya que lo que comenzó siendo una aldea indígena alejada de los grandes núcleos de población, hoy día es un pueblo de cooperativas en el que se fomenta y se impulsa el trabajo local y joven. Fueron unos días de mucho aprendizaje en los que visitamos todas las cooperativas locales: desde el banco del pueblo, hasta el hotel en el que nos alojamos, pasando por cooperativas de tejidos de lana, de embutidos, una quesería, una chocolatería, entre otros comercios. Además, tuvimos tiempo para visitar las salinas y el museo de la sal, donde conocimos la historia de su formación.
Los siguientes días los pasamos visitando las comunidades de Simiatug y Pímbalo, donde paseamos por los mercados indígenas agrícolas y ganaderos. Visitamos cooperativas de ahorro y crédito locales, que nos hacían ver la importancia de poner las finanzas al servicio de la comunidad. La labor que estas entidades realizan es esencial para evitar que se produzca el éxodo rural e impacta directamente en la economía de estas localidades.
Siguiendo nuestro camino a través de la cordillera andina llegamos a Zumbaua donde pudimos ver el trabajo que realizaban los voluntarios de la operación Matto Grosso en el hospital que habían construido en el pueblo; y visitamos la Laguna de Quilotoa, un lago formado en el cráter del volcán que le da nombre, y Sigchos. En nuestros últimos días por Ecuador, nos dirigimos hacia el norte del país para visitar las localidades de Otavalo, Pijal, Cuicocha e Ibarra. En nuestro paso por ellas pudimos visitar el parque arqueológico de Cochasquí, donde aprendimos sobre la historia de los habitantes pre-incaicos, observando las pirámides que construyeron y los vestigios que se preservan en el museo del lugar. Además, visitamos la laguna de Cuicocha, que nos acercó una vez más a las leyendas que rodean la región y que nos permitió volver a disfrutar de sus paisajes naturales.
Nuestra última parada nos llevó a la comunidad indígena de San Clemente en Ibarra. Esta comunidad decidió renovarse sin perder su identidad y sus raíces, creando un proyecto en el que todos sus miembros estuvieran involucrados. Así pues, nació la idea de crear un lugar de ecoturismo sostenible. El pueblo de San Clemente y las diez familias que lo forman nos recibieron entre cantos tradicionales y bailes. Más tarde, tuvimos la oportunidad de disfrutar todos juntos de una cena de despedida a la luz de las velas. Allí, pudimos conocer las raíces, historia y creencias de la comunidad de San Clemente, a través de su museo interactivo. Cocinamos junto a ellos y compramos sus productos de artesanía, a la vez que conocíamos el entorno natural en el que viven. A la mañana siguiente, partimos hacia Otavalo para pasear por el mercado artesanal más grande de Ecuador y finalizamos con una comida de despedida.
Ecuador es un país de contrastes, que sufre las consecuencias económicas y sociales ocasionadas por y derivadas de una mala gestión gubernamental; los cortes de luz son frecuentes y la desigualdad social y económica cada vez mayor, el país se enfrenta a una de las mayores crisis que haya habido en su historia.
Nosotras pudimos vivir de primera mano cómo lo afrontaba el pueblo ecuatoriano. En el diálogo con ellos, intercambiamos preocupaciones, puntos de vista y mensajes de esperanza, porque estaba claro: la economía en manos del pueblo hace la diferencia. Pues como nos contaban: “la cooperativa tiene como primer orden el ser humano” y es ese mensaje de esperanza, ese que nos recordaba a la visión que comparte con Fiare Banca Etica, de cambio y de solidaridad, el que nos acompañó durante todo el viaje. La cercanía, acogida y amabilidad del pueblo ecuatoriano y de todos aquellos que conocimos durante el viaje serán algo que llevaremos siempre con nosotras.
Sin duda, San Clemente fue el broche final de nuestra experiencia en Ecuador, donde pudimos tomar una pausa para pensar acerca de lo que había supuesto para cada uno de nosotros el viaje; un lugar de intercambio, de paz y de reflexión, un sitio que nos recordó que invertir en economía social y solidaria es invertir en las personas, en el crecimiento justo, en la sostenibilidad y en el desarrollo de los pueblos.
Artículo escrito por: Miryam Moreno Pérez
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